

En la vía, cada segunda cuenta, cada movimiento importa y cada forma de vida merece respeto. La fauna que habita los corredores viales no es un obstáculo: es parte esencial del equilibrio natural que nos rodea. Respetarla es una acción que salva vidas —humanas y animales— y reduce riesgos que pueden convertirse en tragedias evitables.
Cuando un conductor disminuye la velocidad en zonas señalizadas, protege, previene y preserva. Al acatar la señalización de pasos de fauna, evita colisiones, disminuye el impacto ambiental y contribuye a mantener los ecosistemas conectados. Cada decisión responsable al volante crea un corredor más seguro, donde vehículos y naturaleza pueden coexistir sin conflicto.


