
Cada clic marca la diferencia entre un susto y una tragedia. Este simple gesto, que toma menos de un segundo, reduce drásticamente el riesgo de lesiones graves y multiplica las posibilidades de sobrevivir en un siniestro vial. Abrocha el cinturón, activa tu instinto de protección y convierte ese hábito en tu mejor escudo en la vía. La seguridad empieza por ti, y el primer paso —el más poderoso— es ajustar ese cinturón que siempre está ahí para cuidarte.


